ESCÁNDALO. Se empieza a destapar la contabilidad que la polémica agremiación mantenía con gran reserva.
Los directivos recibieron bonificaciones y aumentos de sueldos con insólitos retroactivos, a la par que repartían subsidios para ser reelegidos y organizaban costosas fiestas.
Desde hace más de cinco años en el país se viene hablando de que en Sayco, la agremiación de los autores y compositores de Colombia, hay gato encerrado. Nadie había podido entender, hasta ahora, cómo buena parte de los 40.000 millones de pesos que en promedio recauda esta asociación por concepto de derechos de autor cada año, parecieran esfumarse en el camino antes de llegar a sus beneficiarios. A juzgar por emblemáticos casos de grandes glorias de la música que terminaron sus días en medio de afugias económicas como el compositor vallenato Rafael Escalona, o al borde de la pobreza como Wilson Choperena, autor de La pollera colorá.
SEMANA encontró parte de la respuesta en los documentos contables que el gobierno descubrió en el propio Sayco, tras dos meses de haber tomado el control de la entidad. Los escándalosos hallazgos van desde autobonificaciones y aumentos de sueldos con insólitos retroactivos para los responsables de la organización, pasando por un sistema de subsidios que de acuerdo con el gobierno se convirtió en una forma para comprar los votos para mantener en el poder a los mismos directivos por largos periodos. También se han documentado costosas fiestas y millonarios sobrecostos en remodelaciones a sus propiedades.
Con este panorama, no en vano la semana pasada ante una citación que le hicieron en el Congreso por este tema, el ministro del Interior, Fernando Carrillo, dijo que lo que se construyó en Sayco fue un “monopolio autofinanciado”.
Para el gobierno lo más escandaloso es la forma como la organización fue acaparada por unos cuantos que gozaban de privilegios, en contraste con la situación de escasez de la mayoría de los asociados. De ahí que en el informe oficial conocido por SEMANA y que ya es objeto de evaluación por parte de la Fiscalía, se destacan algunos casos que dentro de este contexto son vistos como un exceso. Por ejemplo, el último presidente de Sayco, Alberto Luis Urrego Eljach, recibió en un solo año honorarios y gastos de representación que superaban los 115 millones de pesos, que fue el monto recibido por el maestro Escalona en los últimos cinco años como fruto de su trabajo como compositor. En 2011, solo siete artistas tuvieron ingresos superiores a los del presidente de Sayco, y la mayoría de los ingresos anuales de miles de afiliados, no alcanza el millón de pesos.
Ante esos montos tan irrisorios resultan extravagantes los 66 millones de pesos que en 2010 se gastaron en la fiesta de conmemoración de los 20 años de permanencia en el cargo del gerente de ese entonces, Jairo Antonio Ruge, así como los bonos que en ese agosto se repartieron como regalo entre los directivos y que sumaron 4 millones de pesos. Y como si fuera poco, en los días siguientes se les autorizó un reajuste a los honorarios de los directivos, el cual hicieron retroactivo para todo ese año.
Uno de los rubros que mayores recursos involucra es el de las llamadas ‘cuotas de fomento’, que consiste en un subsidio de alrededor de un salario mínimo que se entrega cada año a algunos afiliados. Aunque en teoría esto podría entenderse como algo bueno pues es darles beneficios directos a los artistas, a juicio del gobierno sirvió como un mecanismo para comprar el respaldo político que requerían los directivos para permanecer en sus cargos. Además el Gobierno también pone en duda su legalidad, pues nunca esta figura fue aprobada por la asamblea general. Por esta vía se han repartido en los últimos tres años más de 9.500 millones de pesos.
Para el actual gerente encargado de Sayco, Andrés Espinosa, esta fue la forma como se logró el control de la asamblea, pues ‘las cuotas’ solo se entregaban a los asociados validados para votar y elegir comité directivo, es decir, un 36 por ciento de los afiliados. Estos pagos son motivo de investigación para establecer la responsabilidad patrimonial y penal de quienes los aprobaron. También se evalúa la hipótesis del gobierno, y si en efecto esta fue la vía que le permitió a Urrego Eljach ser reelegido por tres veces consecutivas como presidente.
Estos mismos directivos también autorizaron préstamos irregulares. Por ejemplo, en diciembre de 2011, entregaron 10 millones de pesos a un empleado y se le pidió discreción sobre el préstamo, según consta en el acta de ese día. Para el gobierno “esta solicitud de prudencia y confidencialidad es porque se tiene claro el manifiesto y desproporcionado beneficio a dicho funcionario”.
A finales del año pasado, uno de los episodios que generó la salida de Jairo Ruge como gerente de Sayco fue el hallazgo de inconsistencias en la administración de los recursos utilizados para remodelar la emblemática casa de Sayco en el barrio La Soledad de Bogotá. Ahora se sabe que esta obra costó 2.630 millones de pesos, casi tres veces el presupuesto aprobado. Cerca de 500 millones de pesos de este monto se perdieron porque hubo que demoler trabajos que no fueron autorizados por las autoridades distritales.
Tanto el exgerente Ruge, como el expresidente Urrego dijeron a SEMANA que preferían no comentar los temas revelados por el informe oficial, pues desconocen su detalle. Urrego aseguró que, contrario a los cuestionamientos, en su gestión se fortaleció como nunca la organización y que eso se tradujo en el incremento de los programas sociales para los asociados. Niega que los recursos hayan sido manipulados para lograr permanecer más tiempo al frente de la organización, y asegura que buena parte de las irregularidades administrativas fueron denunciadas por ellos. “¿Por qué se dice que antes las cuotas de fomento eran malas, y ahora que la administración la tiene el gobierno, se siguen entregando?, pregunta el expresidente.
Por la forma como se ha llevado la contabilidad en Sayco, aún no es claro para el gobierno a dónde se han ido todos los recursos recibidos. En los hallazgos preliminares una parte importante de los dineros cada año se dirigen a sociedades de compositores en el extranjero, cuando de estas mismas organizaciones es mucho menos lo que se recibe por lo que suenan las canciones de los colombianos en el exterior. También, la mayoría de los recursos se distribuyen entre diez casas editoras, que se encargan de representar a los músicos, algunas de ellas con sonados pleitos con los compositores.
Es el caso que sostenía el maestro Escalona con la disquera Fuentes. Antes de morir la denunció pues según él, la mayor parte de su obra musical solo había recibido 150 millones de pesos que le entregaron a manera de anticipo, en un contrato en el cual la disquera se quedaba con el 66 por ciento de sus regalías. Si hoy la mayor parte de lo que distribuye Sayco es para empresas editoras, vale la pena preguntarse si en efecto el sistema está diseñado de una manera que beneficie realmente a autores y compositores.
Con estos primeros hallazgos también se encontró que no existe un sistema confiable que permita certificar a quién le corresponde las regalías recaudadas. Que Sayco no tenga el control real sobre este aspecto crucial, muestra el tamaño de la reingeniería que tiene que implementar la actual administración en favor de sus afiliados. Una prueba de fuego para Sayco es la asamblea general que se celebrará en los próximos días. Es muy probable que para entonces hayan trascendido más revelaciones de lo que por años estuvo oculto tras el secretismo con el que fue manejada la asociación. Los delegados para esta asamblea tienen en sus manos la elección de un nuevo comité directivo y a partir de ahí se podrá escribir una nueva historia para esta organización que, como dijo el ministro del Interior, fue una víctima de sus administradores.
Fuente: Revista SEMANA